El perro de agua español, también llamado perro turco o perro de agua andaluz, es lo que se conoce como un perro de pastor, cazador y ayudante de pescador. Muestra de ello es su pasión por el agua, sus habilidades como nadador y su atención al humano: siempre está pendiente de sus señales y ladra en cuanto ve algo reseñable.

Su existencia es antiquísima y su población más numerosa se encuentra en Andalucía (España). Es un perro que debe ser muy sociabilizado y sus estímulos deben ser alimentados por la familia a la que pertenece. Además, podríamos definirlo como el mejor acompañante de aventuras posible: siempre está dispuesto a salir al campo a pasear y olfatear.

Es un perro de apariencia rústica, tamaño medio y perfil rectilíneo. En cuanto a sus rasgos personales, es fiel, obediente, laboriosos, valiente e inteligente. Y, en cuanto a sus rasgos físicos, sus ojos deben ser oblicuos y expresivos, con el iris del mismo color que su capa; nariz bien definida y pigmentada; y dientes blancos y desarrollados. Además, al tratarse de un perro de complexión atlética, debe estar bien musculado.

Se permite el esquilado por motivos de trabajo, pero no estético como podría ser en el caniche. Se suelen testar de displasia de cadera, de codos y de rodillas; por lo que, a partir del año, hay que hacerles un reconocimiento de raza como aptos para reproductores.